Hay algunos días en los que la humedad no se precipita en forma de lluvia. Se suspende del aire y, como si fuese liberada por un pulverizador, lo impregna todo. A lo lejos se muestra como una nube que asciende o desciende caprichosamente. A ratos desaparece y vuelve a formarse al instante.
Uno de esos días, si la cámara está cerca y la montas sobre el trípode, puedes estar seguro de que la sesión será una continua sorpresa. El sol cae por debajo de las nieblas y las atraviesa mientras la luz se fragmenta. El recital de color dura incluso tras la puesta. en los próximo días iré subiendo algunas imágenes de la sesión del pasado sábado en los rasos de Laza. Fue... uno de esos días.