TORTURA NOCTURNA

12 junio 2017 - FROTOLAFOTO - Comentarios -

Para complicarse la vida, no hay nada mejor que pegarle a la fotografía nocturna. Como en cualquier otra disciplina fotográfica se dan multitud de variables que influyen en el resultado final. Sin embargo, por la noche la complejidad aumenta y, en ocasiones, todas las dificultades se confabulan y aparecen en una sola sesión.

 

Noche del sábado. Mikel Lahidalga y yo decidimos subir a la ermita de Idoia. Luna al 98% de luminosidad y supuestamente cielo despejado. No son las mejores condiciones para obtener imágenes interesantes pero una pareja de fotógrafos tan listos y tan guapos como nosotros podemos sacar partido a todo.

 

Momento planificación. El conjunto de ermita y anexos es complejillo. Tiene altura y amplitud, profundidad y recovecos varios. Decidimos encuadrar con Ezkaurre al fondo. La verdad, no había muchas más opciones para contar con el campanario y una buena sección de cielo.

 

Aún con luz en la zona, unas voces surgen del bosque. Tres montañeros desesperados de sed y cansancio corren hacia la ermita. Venían desde Otsagabia. Rato de conversación y deciden quedarse a dormir sobre el césped. Iban a flipar con el juego de luz y sonido.

 

En algún momento de la noche llegamos a montar dos focos, un flash, Mikel con otro flash, una linternita por el suelo y un frontal a ras de hierba.

 

En la cámara, focales más largas de lo habitual para no restar presencia a Ezkaurre. 24 mm., 50 mm., 70 mm. y en consecuencia hiperfocales más comprometidas.

 

Luna a tope en contraluz y una lechosa nube gigante cubriendo todo el cielo trasero. Ni una estrella. Ni una.

 

Comienzan los extraños fenómenos dignos de la nave del misterio. Estoy por llamar a Iker Jimenez:

 

Los focos, que habitualmente han funcionado bien en otras sesiones, en esta ocasión iluminaban con temperaturas de color diferentes. Un foco tirando a rojizo y el otro un tono verdoso. Mientras tanto, los flashes, luz blanca. Esto parecía las barracas en Sanfermines. Deduzco que fallaban las pilas y eso alteraba la temperatura de color.

 

Y para colmo, la mitad de las fotos que íbamos haciendo, trepidadas... o algo así. Inexplicable porque disparaba con el espejo levantado y con el retardo del disparador. Juro que yo no saltaba alrededor. Lo juro. La focal en 50 mm podría estar facilitando el trepidado pero unas salían movidas y otras, exactamente iguales, quedaban perfectas. No había viento. Misterio.

 

Y si todos los elementos estaban aliados contra nosotros, sumemos ahora que la humedad del ambiente empañaba la lente. Mikel hizo más kilómetros con el flash de mano, que un corredor de fondo para arriba y para abajo.

 

A las dos de la mañana recogimos y nos despedimos de Idoia… y de los montañeros que intentaban dormir entre golpes de flash y voces.

 

Ale! Para que veáis que sacrificada es la vida de los fotógrafos nocturnos. Subo las cuatro imágenes más apañaditas de la noche que aunque no están perfectas nos dan una visión curiosa de la ermita de Idoia. 


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Andrés
13 junio 2017
Jejeje como siempre,el texto y la narración igual o mejor que las fotos. Un abrazo Pablo.
Rosa Tapia
14 junio 2017
Preciosas
[Administrador]
14 junio 2017
Andreotti!!. muchas gracias. Igual tendré que cambiar el blog y pasrme a un \"frotolaletra\" jeje
[Administrador]
14 junio 2017
Rosa! qué bueno verte por aquí!

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