Como de costumbre, había dejado el depósito al límite. Ni gota de gasolina. No me atreví a realizar el intento de alcanzar el surtidor habitual. Esta vez no llegaría. A unos pocos metros vi la estación de Avia. Repostaría ahí. Me bajé del coche y tras conectar la manguera, la amable empleada se acercó mientras se calzaba los guantes.
Al llegar a mi altura, especialmente sonriente me espetó:
-¡es usted mucho más guapo al natural!
Miré detrás de mí. ¿a quien se refería?
Continuó:
-¿Me firmará un autógrafo?.
y me ofreció su gorra de Avia con un rotulador negro.
Era a mí. No había nadie más.
-Perdona; debes de confundirme con alguien.
-¡Cómo sois los modelos publicitarios!- respondió. -deme el autógrafo. Es para mi abuela-. continuó exultante.
Me sentí obligado a no decepcionar tanto entusiasmo. Firmé como "Procopio Filemón" y le devolví la gorra y el rotulador. La joven me sonrió agradecida y mientras introducía la mangera en el surtidor, me dedicó un gesto complacido.
-¡Mucho más guapo al natural, señor Procopio!- insistió.
Sin entender nada de aquello monté en el coche y cuando estaba a punto de salir de la estación me di de frente con aquel muro y su poster a tamaño 4 x 5 mts.
Era yo... o Procopio... o yo que sé. Bajé fugazmente para hacerme un selfie junto a Procopio o yo... y ahora sí, arranqué quemando rueda.
En el retrovisor acerté a ver a la muchacha despidiéndome mientras agitaba efusivamente la gorra de Avia.