LO PEQUEÑO

Siempre me pareció que lo pequeño, cotidiano y próximo está poco valorado en fotografía. Tendemos a buscar las grandes extensiones. Si es mediante panorámicas, mejor. Buscamos lo insólito de lo extraordinario y anhelamos recurrir a lo exótico. Much@s fotógraf@s se sienten frustrad@s si no recurren a lo que está fuera del alcance de cada día. Y sin embargo, en nuestro entorno, surgen oportunidades de mirar con otros ojos la realidad que nos rodea. Hace ya muchos años me detuve un tiempo en retratar a los pajaricos que rondaban el corral de casa. En el hueco del enrejado de una ventana convocaba a las cotidianas aves para recoger sus posados. No eran pájaros con porte heroico. Tan sólo unos carboneros, petirrojos y herrerillos de lo más común en nuestro entorno habitual. ¡Cómo disfruté aquellos tres inviernos! Helado de frío, pero feliz.

Casi por casualidad, hace una semana, volví mi mirada hacia lo cercano. Hacia lo pequeño. Hacia lo cotidiano. Las hojas de los árboles y plantas de este otoño extraño lo cubrían todo a mi alrededor. Tras una simple y breve batida de media hora, recolecté unas hojas y me dispuse a fotografiarlas improvisando un mini estudio casero. El detalle de sus estructuras y del color resultan fascinantes. Os traigo parte del resultado que, sin duda podría convertirse en un nuevo proyecto que desarrollar con medios más cuidados. Todo está ahí fuera. No muy lejos, no muy grande, no tan extraordinario.

Como curiosidad os dejo aquí el material que utilicé:

Hojas del entorno de casa; camara EOS 5D MIII; objetivo macro 100 mm.; Trípode; Un disparador inalámbrico sobre la cámara; Una cajón de plástico transparente para albergar el foco de luz; Un foco de leds de luz continua metido en el cajón apuntando hacia arriba; Un folio blanco sobre el culo invertido del cajón; dos flashes fuera de cámara con sistema receptor inalámbrico a ambos lados del set. Una plancha, para aplanar alguna hoja rebelde; dos cervezas.

A ver si os gusta esta selección.